03 agosto 2009

Francesca contra la barbarie

Francesca contra la barbarie
por
Pedro Gómez Silgueira

“Indio” se llama un caballo dócil y trabajador. Tenía un ojo impedido que se lo había curado la misma Francesca Crosa. Poco después al carritero le robaron la bestia de carga. Se ve que lo explotaron sin piedad al pobre equino, pues lo recuperó tan maltratado y golpeado que perdió por completo la visión y ya no servía para la tracción. Cuando la defensora de los animales se cruzó de nuevo con el dueño le preguntó qué había sido de “Indio”. El le dijo que estaba tratando de juntar un poco de dinero para “entregarlo” y traer otro caballo para trabajar. “Entregarlo” significa en su jerga llevarlo al matadero. Apenada, Francesca le pidió esperar unos días. Al cabo de tres semanas consiguió comprarle el caballo ciego en 500.000 guaraníes. Puso otros G. 180.000 para el flete y lo llevó a la Facultad de Ciencias Veterinarias de la Universidad Nacional para una evaluación y tratamiento. Había salvado la vida de “Indio”. Este no es el único equino al que la presidenta de la Sociedad Protectora de Animales y Plantas salvó la vida. Tiene otros cinco -entre caballos y yeguas- comprados a sus dueños en último estado y puestos en estancias para salvarlos del maltrato y de “una muerte brutal” y de tan triste final. Un animal que ha servido noblemente a su amo durante toda su vida ¿acaso no debiera ser recompensado para terminar sus días con tranquilidad en un campo comunal abierto, que en los países más avanzados llaman “santuario”, un lugar donde podríamos decir van a “jubilarse”? Este es uno de los proyectos de Francesca. En el Primer Mundo estos santuarios son solventados por Organizaciones No Gubernamentales o sociedades de voluntarios, que sobran en Paraguay, reciben grandes sumas de dinero en nombre de los desvalidos y necesitados, pero los resultados no se ven. Nuestra sociedad y nuestro tiempo no comprenden la lucha de Francesca. Está cada vez más sola. Sus propuestas son archivadas por todas las administraciones del Gobierno Central y municipal a las que ha recurrido. Nadie la escucha. Ningún intendente le ha dado audiencia. Mucho menos la han recibido el presidente Fernando Lugo o sus ministros. Los diputados y senadores no le dan importancia, pues están muy ocupados en la política. ¿Y los concejales? Atareadísimos en ampliar su mandato por un año más. Su dedicación a los animales la ha consumido y le ha hecho olvidarse de sí misma. Hoy está con un pie en el más allá por falta de tiempo para cuidar su salud, tal como le recomienda su médico. Todo el dinero que tiene invierte en curaciones, eutanasias y salvamento de perros y gatos que la gente arroja sin pudor en cajas de cartón o bolsas frente a su casa. Acaba de pasar el Día de la Amistad y Francesca por lo menos merece una mención como “la mejor amiga de los animales”. Ella sí que es una “hija dilecta” con méritos, pero ningún concejal la propone. Pero si nuestras autoridades no pueden resolver el problema de los niños de la calle o de los indígenas, ¿qué se van a ocupar de los animales abandonados? Como decía Leonardo Da Vinci: “La civilización de un pueblo se mide por el trato que dan a los animales”. La nuestra en esto es un ejemplo de barbarie.
pgomez@abc.com.py
1 de Agosto de 2009 22:08
Diario ABC Color

02 agosto 2009

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